El 21 de marzo es el natalicio de Benito Pablo Juárez García, un personaje controvertido que divide opiniones, aunque sin sus aportes habría sido complicado alcanzar un modelo político liberal en donde se habrían dado pasos a la modernidad y la consolidación de nuestra independencia tras los embates externos registrados en el siglo XIX.
Los cataclismos moldean, el orden proviene del caos y la historia es maestra que nos ofrece la pugna de la memoria contra el olvido, Benito Juárez mantiene presencia y su legado fundamental es el estado laico.
El asunto es la legalidad antes y ahora, pugnar por un estado de derecho verdadero y no de la simulación. Las Leyes de Reforma hacen recordar al Benemérito de las Américas y toda esa generación de patriotas con una auténtica visión de futuro, en la cual figuraría el michoacano Melchor Ocampo, así como Guillermo Prieto e Ignacio Ramírez El Nigromante, por citar algunos nombres.
Muchos gobernantes de nuestro país elogiaron y aún lo hacen a Benito Juárez, se abunda en las gestas y hechos que se marcaron por la tinta de la memoria, se dejan de lado los cuestionamientos. Nuestra historia ha sido maniqueísta, así se ha hecho desde las cúpulas, buenos contra malos, dioses contra demonios. Ausencias de equilibrios.
Estamos en un año de proceso electoral, en estos tiempos se requiere escuchar propuestas, estimular los debates en torno a los temas de interés común que demandan el tratamiento correspondiente por ser prioridades, es decir el combate a la impunidad, los asuntos en materia de economía, educación; son muchas las asignaturas que no deben ser postergadas.
Los poderes fácticos se empoderan para erosionar tejido social, sembrar incertidumbre y provocar daños a la población, en dicho tema se debe poner el acento entre quienes aspiran a la presidencia de la república.
México no debe ser un campo minado, antes y ahora acechan los enemigos de la república, los extremos se viven, a veces se padecen, las cumbres y los residuos.
En múltiples casos, los diferentes niveles de gobierno suelen desdeñar la educación y la cultura porque no les parece redituable políticamente, ignoran nuestros gobernantes que si la violencia es el veneno la cultura es el antídoto – como bien lo refirió Ignacio Solares-.
Este mes de marzo en que se invoca a Benito Juárez será importante recordar su apotegma que abona por la civilidad política: entre los individuos como entre las naciones el respeto al derecho ajeno es la paz.
La actualidad debe ser el espacio idóneo para ser testigos de campañas electorales dotadas de proyectos serios y fundados, no para plagarlas de propaganda sin sentido que no tendría mayor impacto, Claudia Sheinbaum Pardo, Xóchitl Gálvez Ruiz y Jorge Álvarez Máynez tienen la oportunidad para no solo tomar las banderas sino articular proyectos convincentes. Lo cierto es que es necesario un clima de civilidad, los exabruptos no caben más en un país polarizado. Si atendemos las múltiples encuestas y la realidad no queda más duda que en octubre tendremos una presidenta, el compromiso de la próxima administración será fundamental para el presente y futuro.