Desde hace décadas los escándalos de corrupción en nuestro país se han sucedido uno tras otro, ello con independencia de los colores partidistas de extracción de gobiernos en diferentes niveles, esto implica que dichos actos ilícitos van más allá de los asuntos de ideología o militancia.
Se han visto como parte de una presunta normalidad los escándalos de corrupción, antes se guardaba silencio o no tenían la difusión que hoy día alcanzan a partir de la irrupción de las redes sociales y de la pluralidad unida a la alternancia.
Al final lo que ha seguido a los escándalos ha sido la impunidad, se le apuesta al olvido y posteriormente algunos presuntos corruptos regresan al ruedo como si se hubiesen reinventado. Gobiernos vienen y van, el problema es que la corrupción no se extirpa. No desaparecerá por decreto, ni con discursos excéntricos.
En algunas administraciones de gobiernos federales se iniciaba con alguna detención para enviar un mensaje esperanzador, buscaban una legitimidad a través de la nota roja, por ejemplo la administración de Miguel de la Madrid que pregonaba la Renovación Moral, detendría a Arturo Durazo el ex titular de Policía y Tránsito del entonces Departamento del Distrito Federal, el entonces funcionario hizo de los excesos un modus operandi en un sexenio caracterizado por los desfalcos y por depredadores del erario público.
Algo similar ocurriría con Jorge Díaz Serrano, es titular de Pemex. Fue en el sexenio de Miguel de la Madrid en el que se creó la Contraloría que encabezó como secretario fundante Francisco Rojas, ello fue para evitar actos de corrupción e irregularidades administrativas.
En la actualidad es la Secretaría de la Función Pública, aunque no imaginamos que en algún momento se proceda desde esta instancia contra el propio presidente de la república, porque el responsable es un subordinado, conflicto de interés.
En el sexenio de Enrique Peña Nieto, uno de los más corruptos de la historia reciente, se evidenció la nula credibilidad que tiene esta dependencia de la administración pública, muchos habrán de recordar que el asunto de la famosa Casa Blanca se resolvió a favor del mandatario y su entonces esposa.
Así que son muchas las historias en nuestro país que dan cuenta de historias desde el poder, lo cual ha dado pauta para diversas novelas que se han basado en hechos concretos para agregar la dosis de ficción en un país en donde pasa todo y a la vez nada.
En los últimos años son muchos los gobernadores que parecen competir, abiertamente, para saber quién es el mayor depredador del erario público, el caso de los ex mandatarios de Veracruz y Chihuahua, Javier y Cesa Duarte, respectivamente, son dos botones de muestra que ilustran la inmundicia social.
La corrupción no desaparecerá por arte de magia, es un asunto complejo que no tiene ideología sólo que ha contribuido para minar la fuerza moral en las instituciones que, al final, son operadas por personas y con ello las historias correspondientes no han dejado de escribirse.