Las páginas de horror escritas con el color de la sangre abundan, máxime en estos tiempos posmodernos en los que se empodera violentamente el racismo alentado por dirigentes políticos como Donald Trump.
Estados Unidos de América tiene una historia que se finca en las grandes oleadas migratorias, no se explicaría su auge y extensión sin la contribución de una comunidad cosmopolita que desde siempre marcó el porvenir
Por ejemplo, al buscar documentos fundacionales del vecino papis del norte encontramos su Declaración de Independencia de 1776: consideramos evidentes por sí mismas las siguientes verdades: todos los hombres han sido creados iguales; el creador les ha concedido ciertos derechos inalienables; entre esos derechos se cuentan: la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.
El citado texto inspirador se atribuye a Jefferson, uno de los arquitectos de los Estados Unidos, aunque entra en contradicción con la praxis de Donald Trump y los grupos que alientan la supremacía blanca para desenterrar viejos espectros de aquella guerra civil del siglo XIX que registró entre norte y sur.
Al concluir aquella guerra que ganó el norte con Abraham Lincoln surgieron agrupaciones del sur que se habrían de hacer notar por la persecución contra minorías como la afroamericana y la mexicana; entre las organizaciones que promovieron el odio racial figuró en primera línea el Ku Klux Klan.
Ahora vivimos en el siglo XXI aunque por los sucesos registrados en los últimos años pareciera que se retrocede, los crímenes de odio están a la orden del día como el sucedido el sábado 3 de agosto perpetrado por un joven de 21 años de edad.
8 mexicanos habían muerto a consecuencia del atentado, en total el número fatal de víctimas el lunes 5 del mes en curso reportaba 22. No es el primer ataque concebido por la intolerancia y el fanatismo, ya los números son escandalosos.
Países como Uruguay han alertado a su población para no viajar a Estados Unidos, el gobierno federal mexicano ha hecho su parte a través del canciller Marcelo Ebrard y el presidente norteamericano Donald Trump ha expresado sus condolencias así como su anatema a lo acontecido aunque el propio mandatario ha sido un eje inspirador para los racistas de nuevo cuño por sus mensajes contra la migración. El presunto asesino expresó que estaba contra la invasión hispana en Texas, una entidad que fuera mexicana en el siglo XIX.
También hubo tiroteos en Ohio y Chicago, en el vecino país del norte es fácil adquirir armas de alto poder, es una simple operación mercantil de compra-venta. Sería conveniente una revisión para evitar la venta sumamente laxa de armamento que al final es utilizado para actos terroristas que tienen como base el odio, a la vez que la cobardía más siniestra.
No hay fin que justifique tanta pena, mientras el discurso del gobierno de Estados Unidos continúe reservando un día sí y otro también un espacio contra la emigración no faltarán los fanáticos racistas de siglo XXI en su afán de convertirse en máquinas de matar. El gobierno de México debiera ser más enérgico para censurar actos de barbarie y exigir condena por los crímenes contra connacionales, la situación lo amerita.