Los partidos políticos son necesarios en un régimen democrático, la causa última de los mismos es la obtención del poder, más allá del lado de la geometría política en que se ubiquen por razones ideológicas, aunque esto último hace mucho está al borde de la extinción para dar paso a un pragmatismo cansino y reiterado con los mismos lugares comunes. Se advierten signos maquiavélicos, el poder por el poder.
Nuestro país suele ser atípico en lo que respecta a partidos porque se vivieron siete décadas en el siglo XX que mostraba a uno hegemónico que fue el Partido Revolucionario Institucional, de hecho muchos de sus cuadros que tuvieron una dilatada militancia en el tricolor ahora ya con nueva camiseta destacan en otras organizaciones, alguien diría el ADN priista.
La oposición en un largo trecho del siglo XX fue testimonial, legitimaban al sistema político de aquellos entonces, con triunfos esporádicos porque el PRI jugaba el experimento abusivo de ser una simbiosis con los gobiernos de turno, se trataba del brazo electoral del antiguo régimen.
En la actualidad Morena tiene la hegemonía evidente en el terreno electoral, con características obvias que se asemejan más a un movimiento social que a un partido político tradicional, ganó contundente los comicios del 2018 y repitió la dosis en el 2024, nadie discute la legitimidad, aunque la oposición no logra nada importante, simplemente se subió al martirologio.
Los partidos de oposición actuales, no los aliados de Morena, están en crisis desde hace buen rato y presentan fisuras, desgaste y una evidente etapa de conflictos al interior, por ello no se vislumbran futuras victorias de importancia.
El Partido de la Revolución Democrática se extinguió a nivel nacional, en algunas entidades es ya una organización regional, caso Michoacán, en donde sobrevive, la fortaleza del perredismo se diluyó, antes de las grandes victorias morenistas el denominado Sol Azteca fue la opción de la izquierda mexicana más exitosa, ahora eso ya es historia.
La gran mayoría del perredismo fue y es la base de Morena, un alto porcentaje de la cúpula del ahora partido oficial tiene su procedencia del PRD, los tiempos más relevantes del Sol Azteca fueron en la dirigencia y participación activa del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y posteriormente con el ex mandatario Andrés Manuel López Obrador.
El Partido Acción Nacional hace mucho ya no cuenta con ideólogos destacados, se recuerdan los aportes de personajes importantes en su lapso temporal como Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna y hace algunas décadas con la participación de Carlos Castillo Peraza. Tras el arribo de Vicente Fox que llegaría a la primera magistratura de la nación con las siglas del PAN éste comenzó a diluir su ideología para llenarse de neopanistas en un evidente oportunismo.
Hace décadas lo profetizó en un ensayo el destacado historiador y economista, Daniel Cosío Villegas, quien manifestó que cuando el PAN ganara el poder perdería al partido.
El Partido Revolucionario Institucional ya es de tamaño bonsái, es decir diminuto para lo que alguna vez se habría significado, solo gobierna dos estados que son Coahuila y Durango, es minoría en las cámaras y con una discutida dirigencia nacional que optó por la reelección y la exclusión del pensamiento diverso. La oposición en crisis.