Arribamos a la parte final del año, el 2019 ha marcado sendos contrastes y los estragos de la violencia aún no dejan de contarse cotidianamente, no obstante, también afloran reflexiones de toda índole, algunas revestidas de nostalgia.
Es el tiempo de hacer un corte de caja, los balances reflejan lo hecho y lo que se omitió; es obvio que a nuestro país le hace falta una auténtica pacificación que debe provenir de la norma no sólo de los discursos de talante cristiano porque son muchos los agravios y tantas las heridas. La crueldad no se ausenta y los homicidios dolosos crecieron de manera insospechada.
En diversas latitudes, derivado de las fiestas decembrinas, las treguas desde la perspectiva bélica regularmente se ejercen, un guiño por la paz, el esfuerzo por alcanzar sosiego en medio de balas, tragedias e incomprensibles escenarios.
La barbarie ha sido constante en suelo mexicano, casi en todo el país, el crimen organizado se ha dado un festín para que el tejido social sea devorado por todos aquellos que apuestan a la quiebra del estado de derecho. Aún con todos esos ominosos signos la esperanza de la pacificación no ha sido acribillada.
Los tiempos de parecen distantes, la rapiña siempre será portadora de muerte como lo decían los griegos clásicos, nuestra sociedad en muchos sentidos está inmersa en actos nada edificantes.
Seguramente la infancia es el mejor momento para visualizar las fantasías tradicionales fruto de convicciones y atavismos religiosos porque se vive el medio día de la ingenuidad, el arrullo propio de un calor que con el paso del tiempo se torna en clima gélido que suele entumir.
Los problemas en las etapas diversas de la vida tienen su propia evolución, su sentir, su momento. Hay algunos entes que siembran guerra, desolación y muerte, incluso ellos también dirán feliz navidad, descorcharán las botellas para celebrar en nombre de la paz aunque no sepan el significado de esa palabra y mucho menos su praxis.
La navidad tiene un sentido consumista cada vez mayor, se asocia con un anciano que viste de rojo de acuerdo con el diseño de la Coca Cola, que suele repartir juguetes, con los muñecos de nieve y una cantidad importante de osos polares, aunque el significado originario permanece muchas veces arrumbado.
En este lapso temporal acaso lo que rellena las tardes con sus días es un cargamento de nostalgia que nos hace voltear en muchos casos al pasado, de allí a la actualidad podremos apreciar una colección de vivencias de toda índole, las que han moldeado en gran medida lo que somos.
Se habla de treguas, un compás de espera se abre para cerrarse posteriormente, en nuestra política a la mexicana no sé si haya una acción así que se basa en la omisión, creo que también hace falta. Muchas pifias en varios personajes, muchos dichos y pocos hechos, al final del día bien vale que todo eso se marche de vacaciones.
La pacificación es un deseo en millones de mexicanas y mexicanos, aún con los males disgregados se mantiene viva la esperanza como lo cuenta el mito de la caja Pandora. Feliz Navidad!