Las participaciones de la selección mexicana en los mundiales suelen terminar en fracasos con todo y que suelen presentarse algunos destellos de buen fútbol, en Qatar primero empató con Polonia y cayó ante su similar de Argentina con los últimos cartuchos de Lionel Messi. No hubo sorpresas.
Recién leí un libro de Eduardo Galeano, la prosa del desaparecido escritor uruguayo siempre fresca y amable para los lectores, el texto se llama Cerrado por fútbol, el cual se publicó de manera póstuma, antes ya había escrito El fútbol a sol y sombra. En dichos volúmenes el también autor de Las venas abiertas de América Latina nos remite a episodios que sucedieron en diferentes momentos y que se han quedado en la memoria de muchas personas. Lo romántico del fútbol hasta la era moderna en donde el negocio es la prioridad para los jerarcas de la FIFA y demás organizaciones como las federaciones futboleras.
Hablar del fútbol es evocar a los héroes del balón como Pelé, Maradona, Cruyff, Beckenbauer, hasta llegar a los actuales astros que están en el final de sus exitosas carreras como Cristiano Ronaldo o Lionel Messi ya en la clausura de un trayecto plagado de luces.
Los aficionados mexicanos ya en Qatar mantienen su estilo, música, desparpajo, alegría aunque habría que recordar que en algunos mundiales pasados más de un compatriota incurrió en actos censurables, que fue el caso del paisano que orinó la llama perpetua en París, también el que oprimió el botón de alarma en el tren bala de Tokio.
El fútbol es un fenómeno mundial, el más visto y lucrativo de los deportes de conjunto, la publicidad adquiere amplias dimensiones, al final es más fácil practicarlo también más barato, digamos que muchos de los grandes jugadores se hicieron como tales desde el barrio en épocas en las que se podía jugar en la calle para colocar piedras y delimitar las porterías.
Antes, muchos lo dicen, se jugaba por amor a la camiseta en la liga mexicana, de inmediato llegan los recuerdos del campeonísimo Guadalajara de los años 50 y 60, la máquina de Cruz Azul en los años 70 o el América de los 80. Antes muchos jugadores jugaban solo en un equipo, actualmente cada seis meses pueden cambiar de escuadra y uniforme. Adiós a la identidad y amor por la camiseta, negocios son negocios.
Qatar es la sede del mundial actual, dentro de cuatro años será organizado por tres países de la Concacaf, Estados Unidos, México y Canadá, en esta región el nivel futbolístico es de los más pobres del hemisferio, aunque será un negocio indiscutible.
Por lo pronto restan aún varios partidos en Qatar, regularmente los favoritos son los de siempre, también caben sorpresas y muchas personas estarán pendientes al televisor o en los aparatos tecnológicos digitales para acceder a los juegos, es la fiebre futbolera una manifestación eminentemente pueril.
