Actualmente se vive cierto frenesí en torno a la sucesión presidencial que será dentro de dos años, el propio jefe del Ejecutivo Andrés Manuel López Obrador ha forzado dicho escenario al destapar a quienes están cerca de su entorno como Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum, en mayor medida, cualquiera de las dos figuras de Morena podrían ganar la primera magistratura.
Tal parece el primer obstáculo que enfrentarán las y los aspirantes a la presidencia por Morena será el filtro interno, hacia el exterior hasta hoy no se vislumbra algún inconveniente mayor de acuerdo con muchas encuestas que vaticinan que el partido en el poder habrá de refrendar el triunfo.
Como se sabe, el principal atractivo morenista es la figura del presidente Andrés Manuel López Obrador que está presente en muchos debates que el propio mandatario inicia cotidianamente y desde la mañana.
Sorprende que al revisar y analizar la realidad del país la oposición no haya dado muestras de fortaleza para ser competitiva ya que ha organizado una alianza antes impensable en donde convergen partidos que antaño se identificaban con las causas de la derecha o la izquierda, fueron antagónicos hasta hace no pocos años, diversas condiciones se presentaron para dejar de lado las diferencias y unirse por el cemento del pragmatismo. La influencia maquiavélica está presente, evidentemente, el asunto es ganar el poder, en ello los medios son secundarios.
Alejandro Moreno ha provocado una fisura al interior de la alianza opositora, en últimas fechas algunos legisladores del tricolor parecen ser alfiles a favor de Morena, la división al interior del Partido Revolucionario Institucional es evidente como lo hace ver el senador Miguel Ángel Osorio.
Por su parte el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática dejaron en suspenso la alianza que tiene como causa última los comicios del 2024, mal y de malas porque sin los problemas registrados en las últimas semanas derivados de la cúpula priista ya el futuro inmediato se percibía complicado resulta que actualmente más.
No se cuenta con auténticos proyectos de nación, el debate se eclipsa por las olas de exabruptos que se escuchan y padecen desde el Poder Legislativo en donde los insultos exhiben a una clase política distanciada de la cultura y los razonamientos oportunos además de necesarios, al final prevalece el encono, la desmemoria, lo pueril.
Una oposición sólida es conveniente para que el nivel político se incremente y también las exigencias, solo que en nuestro país ello no existe, los partidos están en crisis, ya ni hablar de las ideologías que parecen haberse marchado de vacaciones.
Morena camina sin mayores sobresaltos rumbo a las próximas elecciones, más con características de movimiento que de un partido organizado y que tenga definida su institucionalidad, al final del día la situación política es atípica.
Si la oposición quiere ser competitiva debe organizarse, revisar a profundidad cuáles son los activos y qué hacer con quienes representan un obvio pasivo como es el caso de Alejandro Moreno al frente del PRI.
Faltan dos años para la elección del 2024, un compás de espera para saber qué rumbos se tomarán partiendo de una legalidad y legitimidad como binomio imprescindible de la normalidad democrática.