Al parecer la pandemia que dejó una sombría estela durante dos años amainó, los reportes diarios son bajos en cuanto a los contagios si los comparamos con los meses y años anteriores, ello es una buena noticia porque la vida cotidiana se alteró considerablemente por este fenómeno sanitario que llegó como imponderable y sacudió al mundo.
Se trata de una pandemia que marcó la tercera década del siglo XXI, fue un mal que parece apocalíptico, los estragos en la salud y la economía propiciaron otros daños que aún permanecen como los problemas mentales y emocionales que no se han desterrado, los sistemas sanitarios del mundo fueron rebasados toda vez que nadie preveía que llegaría la noche con la Covid-19.
En nuestro país se registra otra epidemia que es la inseguridad, es el principal problema que se enfrenta prácticamente en todos los rumbos de México de acuerdo a diversas mediciones que dan cuenta de los daños, percepciones y exigencias de una sociedad que tiene esperanzas por la paz, aunque adelgazadas por la violencia.
Con la pandemia la vida cotidiana se alteró de manera dramática, el saldo fue de terror y marcó a muchas familias en México y el mundo, hubo una cantidad impresionante de héroes que dieron todo a favor de sus semejantes, también se marcaron los contrastes con gente que no tuvo la mínima empatía en estos tiempos de apremio. Afortunadamente parece se ha logrado superar esa etapa y los casos de contagio han disminuido notablemente.
Actualmente observamos cierto frenesí en quienes buscan cargos de elección popular, las aspiraciones electorales son legítimas, en las democracias no son ajenas porque existen las vías para alcanzar el poder por la ruta pacífica y para ello existen los partidos políticos.
No obstante faltan casi dos años para las elecciones a la presidencia de la república, muchas cosas pueden suceder, las expresiones de los que suspiran por la máxima magistratura también provocan respuestas de sus contrincantes como suele suceder. En este tiempo en el que se sale de una pandemia y se arrebatan vidas ante la violencia desmedida las prioridades deberían ser otras para nuestra clase política, aunque parece que al observar su praxis aún no dimensionan que vivimos en México.
Siempre será oportuno impulsar la cultura y las artes, son una vía para la pacificación, por ejemplo durante la pandemia se tuvo más acceso a la literatura porque fue una opción válida ante el caos derivado de la enfermedad, se retomó la lectura ya sea de manera tradicional o vía aplicaciones digitales que ahora son abundantes.
Durante la pandemia, en sus momentos más aciagos, el arte y la cultura se han impulsaron desde la soledad, exponentes de diversa índole comparten su quehacer para ocupar esos huecos que dejó el confinamiento, con esa contribución se suman actos edificantes que no han pasado desapercibidos porque la sensibilidad es manifiesta.
Los libros nos permiten la franca posibilidad de quitar los frenos a la imaginación, encender una luz para disipar la oscuridad de la soledad, combatir el aburrimiento y renovar la capacidad de asombro porque son diversos los temas e infinitas las historias que se tejen alrededor de la tinta y el papel.