La clase política actual parece exhibir constantemente sus afanes decadentes, ausencia de ideología, proyectos a largo plazo y sentido común; machaca un día sí y otro también una tendencia al vacío en donde los argumentos parecen extraídos de una caverna. Hace mucho el debate auténtico de las ideas se extravió en algún callejón sombrío para convertirse en pleito.
Se registra un desencanto con respecto a la clase política, la ausencia de talento se hace evidente, con sus excepciones, muchos actores políticos se convirtieron en transformistas porque de un partido se van hacia el otro con argumentos simplistas, el pragmatismo es su bandera.
Faltan algunos años para los comicios federales del 2024, no obstante la carrera que parte desbocada al futuro inició hace ya un buen rato, hay quienes se enlistan y ya juegan a los pronósticos con todo y que la política no es una ciencia exacta sino de aproximaciones, todo puede suceder porque este campo puede estar, en algún momento, repleto de imponderables como lo enseña la historia.
Se vive un ambiente tóxico, más con la pandemia que ya tiene un tiempo considerable para exhibir enconos, desesperanza y vacío, los pleitos entre las elites políticas son un asunto a diario, cada cual se la mano de sus dogmas, las verdades reveladas que parecen brotar por diferentes motivos, nadie cede porque la búsqueda invariable por el poder les estimula.
La oposición partidista en México está en crisis, no cuenta hasta hoy con un cuadro que aglutine a los diversos como un factor de unidad, algunos apuntan al joven presidente municipal de Monterrey Luis Donaldo Colosio, miembro de Movimiento Ciudadano, aunque es muy temprano para dar por hecho situaciones que parecen brotar de especulaciones motivadas por una encuesta. De parte de Morena se enlista a Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, con todo aún es prematuro pretender jugar al oráculo, nada está definido. Alguna vez Manuel Gómez Morín, fundador del Partido Acción Nacional –que no tiene nada que ver con el que dirige Marko Cortés-, expresó que en política no debe haber ilusos para que no haya desilusionados.
Nuestro país parece no completar ciclos enteros de transición, ésta suele interrumpirse con frecuencia y luego viene el desencanto, generaciones van y vienen aunque el gran salto no se ha dado, tenemos un pasado autoritario que registra una democracia débil, escasa y de mala calidad; actualmente tenemos alternancia como elemento esencial aunque en sí misma no es la gran panacea porque los problemas estructurales están a la vista: impunidad e inseguridad.
Falta un largo trecho para los comicios del 2024 aunque parece que faltaría menos por el activismo de quienes desean verse en la boleta electoral, seguramente habrá mayor crispación a medida que se acerquen las fechas para definir las candidaturas, es previsible al final de todo, aunque no sería conveniente perder nuestra capacidad de asombro con todo y que la clase política tiene dicho empeño.
Mientras tanto, aún se padece el virus de la incertidumbre que deja la ponzoña de la pandemia.