Actualmente vivimos en un sistema plural de partidos políticos, ciertamente el encono entre los diversos en ocasiones parece incrementar aunque también hemos registrado alternancia y una evidente polifonía aunque en muchos casos sea una prueba plena de la polarización porque ya no es posible un modelo monolítico, sería una señal contraria a nuestros tiempos, la diversidad es natural en las democracias.
Hace algunas décadas no había esa pluralidad, fueron los tiempos del ogro filantrópico, del partido hegemónico casi único y la disidencia no florecía ni tenía espacios abiertos para el debate, en los años sesenta y setenta se registró la denominada Guerra Sucia en la que el régimen persiguió a la oposición con maneras extremas como la desaparición forzada.
En los años setenta se escuchó una voz a favor de los derechos humanos y contra la represión, nos referimos a Rosario Ibarra de Piedra quien protestó por la desaparición de su hijo Jesús Piedra Ibarra a quien vinculaban con la guerrilla urbana y fuera detenido por la Brigada Blanca, es decir por la Dirección Federal de Seguridad que fuera un órgano sanguinario en aquellos tiempos de un atroz autoritarismo.
Rosario Ibarra de Piedra fue una activista a favor de los derechos humanos cuando ser oposición resultaba heroico, fundó en 1977 el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, conocido como Eureka, palabra que nos remite al matemático Arquímedes.
Actualmente nuestro país registra miles de desapariciones forzadas, casi cien mil en el presente, lo cual representa una descomunal tragedia que deja de relieve la impunidad, niveles altos de inseguridad y la participación de los poderes fácticos como el crimen organizado.
Rosario Ibarra fue en su momento una voz que no se dejó de escuchar ni de exigir justicia aún en la opresión gubernamental, el despotismo y el abuso que marcaron toda una época en un México diferente al que vivimos. Aquellos años fueron de una especie de monarquía con ropajes republicanos, sin contrapesos.
Rosario Ibarra de Piedra fue candidata a la presidencia de la república en 1982 y 1988 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, en la segunda participación que tuvo protestó contra el fraude electoral que se presume arrebató el triunfo al Frente Democrático Nacional que postulara a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la primera magistratura de la nación.
La lucha de la fallecida luchadora social pone el acento en la recuperación de la memoria histórica, ni perdón ni olvido contra crímenes de lesa humanidad, nos recuerda la importancia de la justicia y el respeto irrestricto a los derechos humanos que tienen una estrecha relación con la dignidad de las personas.
La aportación de Rosario Ibarra de Piedra a favor de las mejores causas es indiscutible, fue precursora de organizaciones en pro de los derechos, el 8 de octubre de 2019 el Senado mexicano aprobó condecorarla con la Medalla Belisario Domínguez, la ceremonia en la que le fue conferida la distinción mencionada fue su hija Claudia Piedra Ibarra quien estuvo con su representación el día 23 del mencionado mes, “dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento y te pido que me la devuelvas junto con la verdad” mandó decir al presidente Andrés Manuel López Obrador.