Septiembre es el mes de los símbolos referenciales, los que invitan a evocar los elementos fundacionales del Estado Mexicano. Los mitos legitimadores no han perdido vigencia aunque ahora se discuten los antes considerados dogmas de fe, el maniqueísmo imperante continúa porque nos enseñaron en tempranas edades que todos los trances históricos confrontaban a buenos versus malos. Las medias verdades han sido evidentes.
El presidente Andrés Manuel López Obrador en la ceremonia del grito de independencia manifestó su estilo personal de entender la gesta que hace más de dos siglos efectuara Miguel Hidalgo y Costilla, aquel distinguido y culto sacerdote que fuera rector del Colegio de San Nicolás así como padre de más de uno.
José María Morelos sentaría las bases fundacionales del estado mexicano con instituciones como la Suprema Junta Americana establecida en Zitácuaro, el Tribunal de Ario y la Constitución de Apatzingán; todo ello en Michoacán.
López Obrador agregó más elementos a su arenga el 15 de septiembre, fecha en la que Porfirio Díaz celebraba su cumpleaños, no sólo citó a los nombres de Miguel Hidalgo, José María Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez e Ignacio Allende; gritó vivas a los pueblos indígenas, mujeres, héroes anónimos, libertad, justicia, soberanía. Madres y padres de la patria.
Habrá quien cuestione la determinación del presidente porque el país está polarizado; la paz es un asunto aspiracional porque los hechos cotidianos del México rojo dejan de manifiesto que la vida sosegada es una ilusión ante el embate del crimen que ha crecido de manera evidente, las historias de horror son un diario de la ignominia.
La impunidad hace rato ha dejado ajado al tejido social y la justicia pareciera una utopía que no va más allá de los discursos. No obstante, los símbolos patrios son unitivos más allá de las preferencias políticas, credos y condición social, se trata de entes legitimadores con todo y el peso de una historia de bronce que surge a partir del relato oficialista.
Por ejemplo, se celebra el inicio de la lucha por la independencia, no así la fecha de consumación que encabezó Agustín de Iturbide, paisano de José María Morelos y Pavón porque ambos nacieron en Valladolid hoy Morelia.
Durante su gestión presidencial Luis Echeverría Álvarez decretó que Vicente Guerrero fue el consumador de la independencia, el maniqueísmo nutrido de la desinformación y los sesgos.
Septiembre es un mes de símbolos y un espíritu nacionalista con todo y que en muchos casos se suplanta con la frivolidad, se hace preciso leer de nueva cuenta a Octavio Paz y El laberinto de la soledad para entender qué es y a dónde se encamina el mexicano.
Cada presidente le imprime su sellos personal a los actos simbólicos, reflejan su personalidad, fobias y filias, al final del día son seres humanos y de ninguna manera algo que se aproxime a la divinidad, ello aunque algunos de sus más serviles seguidores digan otra cosa.
México necesita paz, la seguridad continúa como un problema omnipresente, la fragmentación social está latente y esa es una realidad indiscutible.