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jueves, abril 10, 2025

SEPTIEMBRE Y LOS SISMOS

teodorobarajas El 19 de septiembre es una fecha de recuerdos aciagos inscritos por el signo de la fatalidad, en 1985 se registró un terremoto de funestas consecuencias, lo mismo sucedió esa fecha de 2017 y en este 2022 también tembló y generó zozobra por la estela de evocaciones que nos remiten a pérdidas, sufrimiento, historias oscurecidas por el drama.

En 1985 el sismo tuvo un tremebundo impacto principalmente en la Ciudad de México, las imágenes fueron desgarradoras como los dramas provocados tras el siniestro, la capital del país fue sacudida y la desolación, la muerte, además de múltiples pérdidas materiales marcaban un escenario dantesco.

En aquella ocasión afloró la solidaridad, acaso porque la desgracia unificaba en medio del trance sufriente, el gobierno fue rebasado, nadie imaginó una tragedia de esa índole.

El 19 de septiembre de 1985 se escribió una página dolorosa porque el sufrimiento cabalgó en las planchas de cemento y por las calles, los testimonios dramáticos se multiplicaban, gente que perdió todo, seres queridos, patrimonio, además de esperanzas, brilló la solidaridad en medio del caos.

Otro terremoto volvería a sacudir estructuras y con ello provocó muerte, daños e incertidumbre el mismo día septembrino 32 años después, de nueva cuenta fue la capital del país la que sufriría el mayor número de dramas. En ambos casos resaltó el apoyo, la solidaridad manifiesta de mucha gente involucrada en el rescate, también los binomios caninos.

Ambos momentos han dejado una huella imborrable por todos los acontecimientos que derivaron de los hechos, los edificios derruidos, la angustia que desfilaba por las calles, el pánico desbordado ante lo inevitable fueron los elementos constantes.

La bandera de la solidaridad ocupó un sitial destacado, ondearía no sólo en nuestro país sino en varias partes del mundo. El apoyo comenzaría a llegar de diferentes países, si existen idiomas, condiciones de vida y religiones diversas la generosidad es universal, esa no conoce fronteras naturales ni las inventadas por el ser humano.

En 1985 el sismo de la mañana del 19 de setiembre hizo aflorar las debilidades del gobierno mexicano que no estaba preparado, a través de las áreas correspondientes, para afrontar una situación que irrumpía sorpresivamente, ni existían los protocolos preventivos. En suma, no se contaba con políticas públicas en la materia.

La desolación en gran magnitud regresaría en 2017, un martes negro que cobraría vidas en varias entidades de nuestro país. Aunque haya protocolos y una definida política pública eso no significa que contemos con blindaje alguno.

El 19 de septiembre de este año 2022 de nueva cuenta el pánico, invariablemente al percatarnos de los sismos afloran sentimientos de incertidumbre porque el pasado nos indica la gravedad que se puede generar, la angustia se desata por la carga registrada descrita en el pasado reciente.

La unidad mexicana se acentúa en episodios aciagos en donde se necesitan muchas manos para el trabajo arduo, empatía y una cadena humana de la filantropía. En contraparte, la fragmentación asoma fabricada por los disensos, el encono y el odio.

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