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sábado, abril 19, 2025

UN SIGLO

teodorobarajas

Hay de siglos a siglos, al invocar el realismo mágico en la literatura es inevitable mencionar aquel clásico del gran Gabriel García Márquez. Cien años de soledad, que evoca a Úrsula con su centenario a cuestas.

En otro contexto mencionamos ahora que el ex mandatario Luis Echeverría Álvarez hace unos día alcanzó los cien años de existencia, longevo y referente del Partido Revolucionario Institucional es decir de la organización otrora hegemónica que se autoproclamaba como un ente que asumía su credo político como derivado del autoritarismo, nacionalismo revolucionario. Cien años del hombre que gobernó México de 1970 a 1976, sucesor de Gustavo Díaz Ordaz y elector de quien heredó su cargo, José López Portillo.

En las décadas de los años sesenta y setenta en México y el mundo se padecía la llamada Guerra Fría que confrontaba a las dos grandes potencias que pretendían imponer su visión en el campo geopolítico: Estados Unidos y la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dicha bipolaridad fue evidente porque el mundo fue su campo experimental.

Luis Echeverría Álvarez nacido en 1922 fue secretario de Gobernación en el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz quien aseguró su sitial en la historia de México con la tinta de la sangre derramada el 2 de octubre de 1968, en ese lapso la represión cobró auge porque se le cerraba el espacio a la disidencia, no se toleró la discrepancia, el tratamiento de las políticas gubernamentales se asumió como asunto de dogma.

Sin duda fueron diversos los hechos que le marcaron permanentemente a Echeverría, la matanza en la plaza de Las Tres Culturas de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968 de lo que se ha dicho y escrito bastante, no hay una cifra propiamente creíble de muertos, se habla de varias, tal acción fue un detonante que sería caldo de cultivo para protestar contra el régimen, si bien Díaz Ordaz asumió la responsabilidad política y jurídica, además de histórica, de los sucesos, Echeverría fungía como secretario de Gobernación en esa administración.

En 1971 ya como presidente se registró la masacre perpetrada por el grupo paramilitar conocido como Los Halcones en el jueves de Corpus, decenas de muertos asesinados dieron cuenta del autoritarismo y excesos de un gobierno paranoico que no dudó en acabar con cualquier brote opositor a su praxis.

En 1976 se asestó el golpe contra el periódico Excélsior que dirigía Julio Scherer García, la prensa crítica sufrió los embates de un gobierno que cancelaba la crítica y repudiaba en los hechos a la democracia.

Un siglo de Luis Echeverría Álvarez, se recuerda la denominada guerra sucia que fue brutal contra la disidencia, desaparecidos, torturados, grupos paramilitares ejecutaban, fue otro México sí que no debe retornar porque las libertades deben asumirse como muestra inequívoca de los derechos humanos.

En los años sesenta y setenta no hubo una verdadera competencia política, incluso el sucesor de Echeverría fue su amigo José López Portillo que contendió contra nadie y así llegó a la primera magistratura del país, es decir como un cuento del absurdo.

Los fantasmas del pasado están con Luis Echeverría, los hechos consumados que le invocan están presentes porque son parte de la memoria histórica, el autoritarismo no cabe si hablamos de la democracia y los valores que la nutren en el siglo XXI. La historia, como lo postuló Milan Kundera, es la lucha del olvido contra la memoria.

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