La contienda electoral del próximo año en las urnas ya se diseña por los actores involucrados, lo cual es predecible y necesario, podemos asegurar que quien habrá de estar en la próximo administración del Poder Ejecutivo será una mujer, lo cual ya constituye una novedad interesante.
La política está impregnada de imponderables aunque también tiene cierta lógica si nos basamos en el realismo, más allá de las inclinaciones o simpatías por una u otra opción electoral.
Es necesario que ya se defina un debate serio, distante de los lugares comunes para diferenciar las opciones, cada cual con sus características y su lista de prioridades que serán junto a sus propuestas elementos clave para atraer la simpatía del electorado, principalmente el que no tiene una militancia en alguna formación partidista por lo que no son parte del voto duro.
Claudia Sheinbaum cuenta con el respaldo de la mayoría de Morena, se observa como la continuación de la 4T, ganó sin dificultades el proceso interno del que se habla mucho y Marcelo Ebrard ha cuestionado aunque sin mayores soportes que evidencien sus quejas.
Xóchitl Gálvez va por el Frente Amplio aunque con algunas dificultades, no todo se gana con chistes ni con plagios, aunque falta mucho camino por recorrer, los partidos que le respaldan no tienen necesariamente un alto número de referentes.
Las ideologías parecen haber sucumbido ante un pragmatismo que destila maquiavelismo en donde todo se vale con tal de agenciarse el poder, hace un buen rato parece haberse diluido la identidad de los partidos políticos sin excepción porque son más bien franquicias cuyos dirigentes son capaces de cualquier cosa.
Estamos en el otoño, en septiembre son muchas la fechas que tienen un vínculo con el origen del México independiente con todo y los discursos maniqueos de nuestra clase política tan proclive a exaltar algunos mitos que receta puntualmente la historia oficial.
El bicentenario de la independencia nacional no es un hecho intrascendente porque es el génesis del estado mexicano luego de tres siglos de colonialismo, las historias al respecto no están exentas de polémicas y medias verdades, los bandos encontrados de los que se habló a posteriori, al final fue Agustín de Iturbide quien encabezó la entrada triunfal del Ejército Trigarante, a partir de entonces se rubricaba un país independiente, al que le sucederían diversos cataclismos que mermarían estabilidad.
En aquellos tiempos se vivirían hechos aciagos, desencuentros, maquinaciones e intrigas en el naciente país, actualmente vivimos bajo el signo de la violencia y la impunidad, es la narrativa cotidiana, fragmentación por intereses políticos, maniqueísmo fácil que se instala diariamente en el debate público.
Es complejo hablar de la unidad nacional aunque algunos símbolos son unitivos porque nutren la identidad mexicana más allá de las disquisiciones barrocas o de mal gusto entre los diversos que han convertido al debate en un ejercicio apabullante de diatriba e histeria que imposibilitan los grandes acuerdos.