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lunes, noviembre 25, 2024

AFINAR ESTRATEGIAS

teodorobarajas Escenas de horror se han desatado en diversas regiones del país, incertidumbre creciente como derivado neto de la violencia de grupos de la delincuencia organizada ocupan los espacios mediáticos y arrebatan vidas humanas, actos terroristas que exhiben una severa crisis en materia de seguridad.

Las autoridades parecen escurrir el bulto, en muchos casos no dan la cara y con ello incrementan una percepción negativa, ante este cuadro resalta la impunidad y el pánico de la sociedad, este mes de agosto ha resultado particularmente un lapso cruento por lo sucedido en Jalisco, Guanajuato, Baja California, Chihuahua y otros puntos geográficos, incendios provocados en tiendas de conveniencia, civiles asesinados, imágenes apocalípticas.

Una de las finalidades concretas del estado es la paz social, el bien común, obviamente la seguridad aunque en nuestro presente tales asignaturas lucen lejanas, son como una suerte de quimera.

Las autoridades no deben escamotear las respuestas, no han sido exitosas las políticas públicas en materia de seguridad porque la realidad es clara, la crisis parece incrementarse si revisamos el aumento de homicidios dolosos y la impunidad parece empoderada. La pasividad y la ineficacia van de la mano para dejar un terreno minado que niega la seguridad jurídica.

Desde hace un buen número de años el estado mexicano evidencia problemas estructurales, destacan dos: la corrupción y la impunidad que son un binomio envenenado que ha provocado una crisis acentuada en diferentes niveles gubernamentales con autoridades de diferentes extracciones partidarias.

Vivimos en un estado deficiente, no diría que fallido porque en esa tipología se agregarían otros elementos perniciosos. La existencia de un estado fallido no aplica porque si así fuera imperaría la anarquía de manera total.

Resulta alarmante la seguidilla de actos violentos por varias entidades federativas como Jalisco, Guanajuato y Baja California, los actos homicidas con el terror provocado por el hampa cada vez son más reiterados, la población ha quedado en la indefensión ayuna de un auténtico estado de derecho.

No es normal que las matanzas se hayan incrementado, el crimen organizado extiende sus tentáculos, la disputa por territorios y plazas está en auge.

La clase política en muchos casos ha resultado mezquina, muchos de los principales actores de la vida pública les importa su proyección de cara a los comicios del 2024, mientras el presente registra una sorda descomposición social ante la ausencia de la aplicación de la norma, nuestro país de la mano de la inseguridad muestra signos de una lamentable decadencia.

Es urgente la pacificación del país, para ello se necesita de la justicia auténtica, también de la voluntad política porque de lo contrario el cuerpo social terminará por gangrenarse, la paz no se alcanzará por decreto, se ocupa de los valores, esto es revisar la axiología.

Hoy más que nunca es urgente la autocrítica en los diferentes niveles de gobierno, no debe ser momento de la frivolidad ni de los pleitos infecundos motivados por la vanidad fatua o por el futuro electoral en el que cada vez más figuras de diversos partidos tienen su visión para dejar de lado la actualidad que representa incontables retos como trabajar por la seguridad y tener firme el objetivo de la paz.

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