A nuestra clase política le hace falta sentido del humor, no significa esto que en nuestro país estemos plenamente felices con lo que sucede a diario, a lo que nos referimos es que la polarización, el encono y la maldad abundan, todo ello eclipsa el debate de ideas para oscurecer el panorama que registra puntualmente disputas en muchos casos sin razones.
Algunos personajes de la esfera política se toman muy en serio a ellos no a la situación del país, suelen ser aburridos, repetitivos y fingidos porque en muchos casos se aprecian sobreactuados, es una cuestión superficial.
También hacen falta personajes con un mejor forje intelectual, muchas personas que aspiran a cargos de elección popular seguramente no han terminado de leer un solo libro en su vida porque su precaria argumentación acerca de los grandes temas de la agenda pública les delata.
El escenario electoral tiene discusión, los aspirantes de Morena y los del frente opositor cada cual plantea su visión de lo que esperan en el futuro cercano, aunque no hay propiamente un debate por las características extrañas del proceso actual, lo que si tenemos es el encono permanente entre los fanáticos de un signo u otro, en las redes sociales se exhibe la cantidad industrial de medias verdades o mentiras absolutas.
En consecuencia, los partidos políticos se han conformado como una especie de franquicias que se alían para competir en el terreno electoral aunque algunas formaciones son antagónicas si nos atenemos a su origen e historia reciente, en el caso México ello resulta obvio. Las doctrinas partidistas parecen estar de vacaciones, o incluso más lejos.
Los partidos políticos son franquicias sin contenidos ideológicos en la práctica, porque si leemos sus principios y agendas todos manifiestan valores que al final se evaporan ante los afanes pragmáticos para el corto plazo.
El nivel del debate es de escasa calidad porque más bien está repleto de las denostaciones, descalificaciones y exabruptos, se han estacionado en pleitos de callejón, aunque no podemos dejar de reconocer que los partidos son la opción para llegar al poder a través de una manera legal y pacífica, si no fuese así el panorama sería más complicado. Se ocupa de partidos políticos mejor organizados, que procuren el debate de altura y se ocupa de un financiamiento público menor porque el de actualidad es insultante por oneroso.
Los partidos políticos son convidados imprescindibles en un proceso electoral democrático, tenemos un sistema plural que como consecuencia resulta polifónico, digamos que sería inadmisible que tuviésemos una sola opción porque un paradigma monolítico tendría un tufo a dictadura, a un pasado nada recomendable.
El 2024 será un año interesante por el proceso electoral con todas sus implicaciones a la vista más lo que se habrá de sumar, la narrativa se ha modificado ante la irrupción de Xóchitl Gálvez, quienes aspiran a la candidatura por Morena les falta más emotividad, aunque para muchos observadores de las denominadas corcholatas saldrá la o el favorito.
La política está plagada de imponderables, deseamos la contienda no sea dominada por el aburrimiento, tampoco por la violencia ni que sea absorbida por la polarización, ocupamos hoy más que nunca de un verdadero debate que agregue mayor vigor a nuestra democracia.