En política el centro de todo lo ocupa la elección próxima del 2 de junio por razones obvias, comicios de grandes dimensiones que no excluyen ciertos caracteres tóxicos entre violencia, imputaciones sin ton ni son y un enorme caudal de mentiras.
Están en la fase final las campañas, el arte y la cultura han sido temas ignorados aunque hoy más que nunca se ocupa de una verdadera cultura de la paz con justicia, la recuperación de espacios públicos, incentivar la creatividad para salir de la oscuridad que deriva de los estragos que produce el crimen organizado.
En este mes de mayo, por cierto, el Partido de la Revolución Democrática cumplió el pasado día 5 treinta y cinco años de haber sido fundado, actualmente vive su peor etapa en estas tres décadas y media, ahora aliado a sus históricos enemigos como lo son el Partido Acción Nacional como símbolo de la derecha y el Partido Revolucionario Institucional de quien fuera su némesis. Se trata del triunvirato construido para hacer frente a Morena.
El PRD fue un derivado del Frente Democrático Nacional que tuvo sus alcances coyunturales en 1988, fue una amenaza para el antiguo régimen que provocó el fraude electoral el 6 de julio de aquel año y en el cual tuvo una influencia indiscutible el entonces titular de la Secretaría de Gobernación Manuel Bartlett, ahora prominente figura de la 4T.
En 1989, el 5 de mayo, se fundaría el PRD más que un partido se trató un movimiento contra el PRI, el Sol Azteca de origen careció de institucionalidad, proclive al caudillismo en una mezcla curiosa entre ex priistas, izquierdistas, ex guerrilleros y cuadros procedentes de la denominada sociedad civil.
Habría que reconocer que el perredismo influyó para que se creara el entonces Instituto Federal Electoral -ahora INE-, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y también abrió brecha para una mayor participación de la mujer en actividades políticas.
Un gran problema que enfrentó el PRD desde sus primeros años fue la proliferación de corrientes y sectas no para motivar el debate sino para la repartición de candidaturas y prebendas, lo cual fue minando la precaria institucionalidad, hoy día el perredismo está en fase de agonía, cada vez más lejos de los sitiales protagónicos en donde figuraron sus ex dirigentes como Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, los liderazgos más influyentes con que contara.
Antes del surgimiento de Morena, el PRD fue el partido de izquierda más exitoso, registró momentos estelares como en el año 1997, en esas fechas ganó la jefatura de gobierno del entonces Distrito federal y el PRI perdió la hegemonía en la Cámara de Diputados.
Actualmente la fragilidad del PRD exhibe su declinación, Morena disminuyó la militancia perredista y tomó las que fueron sus banderas en pos de reivindicaciones sociales..
35 años tiene el PRD desde su fundación, la contribución a la democracia en México fue indiscutible aunque su envejecimiento prematuro salta a la vista, apenas sobrevive, no tiene liderazgos emergentes, tiende a la baja, vive de sus viejas glorias y parece enfilarse a su extinción. El PRD parece cabalgar a convertirse en un recuerdo de una de las facciones de la izquierda mexicana que suele ser proclive al sectarismo.