Este año ha sido sumamente complejo ante los lastres que ha provocado la pandemia, problemas de salud pública, desempleo creciente con los derivados que de ello se desprenden y un clima de crispación que no disminuye, lo cierto es que ha sido un 2020 atípico con múltiples estampas desagradables retratadas por la violencia.
En la arena política el vaivén de las descalificaciones no tiene un alto, nadie cede, tal parece existe un ánimo con la predisposición de incordiar. La libertad de expresión es un derecho para ejercerse, ciertamente, no solo una voz debe escucharse sino todas para que el escrutinio en torno a los asuntos públicos sea una tónica que facilite una auténtica politización y vaya como nutriente de la democracia mexicana.
En las últimas semanas los integrantes de la agrupación FRENAA se han manifestado en el zócalo de la Ciudad de México, su apuesta es por la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador, desde un inicio lo manifestaron en voz de su dirigente Gilberto Lozano y sus radicales argumentos fueron directos.
FRENAA de alguna manera ocupa un espacio que correspondería, en términos ordinarios, a la oposición tradicional que hasta el momento luce desarticulada pese a la insistencia de poder aliarse en los próximos comicios en oposición a Morena, es decir al presidente López Obrador que es el principal activo de la organización política ahora en el poder.
Nuestro país hace rato entró en un mecanismo de conflicto y división, a favor y en contra del presidente López Obrador. Recordemos que el mandatario tiene una legitimidad de origen que se rubricó en las urnas en los comicios del 2018, su arribo al poder se constituyó en un fenómeno político con un partido relativamente nuevo que suma en sus filas a ex militantes del Partido de las Revolución Democrática y de otras siglas en el pasado reciente. Aunque sus modos, en muchas ocasiones, son cuestionados.
FRENAA tiene un discurso, al menos el de su líder, que parece heredero de una derecha extrema que nos remonta a la etapa cruenta de la denominada Cristiada y nos sitúa en la perspectiva de cofradías con un discurso radical con afluentes de algunos sectores vinculados con la iglesia católica, obvio la citada institución también cuenta con diferentes corrientes y una de ellas vinculada a las izquierdas como lo es la llamada teología de la liberación.
No se puede pronosticar si en el futuro cercano la polarización que vivimos disminuya porque, además, ya ha comenzado el proceso electoral aunque sería conveniente escuchar propuestas, proyectos de nación, un marco propositivo e incluyente porque los extremos no presagian una construcción de consensos.
Ya bastante hemos tenido con los elevados índices de violencia e inseguridad que han dejado rastros sangrientos, feminicidios, secuestros y demás delitos de alto impacto; es evidente que las políticas públicas diseñadas en el sector no han funcionado porque los hechos letales no dejan de reportarse, de ello no se abunda en los discursos cotidianos como tampoco de la educación y la cultura aunque en esta pandemia muchas actividades se han complicado para efectuarse.
Hacen falta propuestas y sobran las descalificaciones. Existe una ausencia de política y una sobreexposición de mezquindad.
