Las tradiciones son los signos que identifican a los pueblos como una ventana abierta de su cultura, bagaje e historia que describen al alma colectiva. Lo anterior viene a cuento por la edición cuarenta y cuatro de la Feria Nacional de la Guitarra en Paracho, la cual inicia el próximo cinco de agosto en el citado municipio de la Meseta Purépecha, la primera festividad de esta índole se originó un once de agosto de 1973, sólo en una ocasión se canceló por la efervescencia política de finales de los años ochenta.
Paracho aporta guitarras de diferentes estilos y maderas que le dan un sello característico desde tiempos muy antiguos; no todo ha sido miel sobre hojuelas porque en años anteriores el mercado de este instrumento sufrió una merma en el país porque llegó la competencia desleal Made in China para mermar las ventas aunque no puede haber comparación de unas y otras, la acústica así lo indica.
No sólo guitarras se fabrican en Paracho, también requintos, mandolinas, contrabajos y muchas artesanías que están en exhibición permanente. Por otra parte ahí en el municipio se construyen las guitarras más pequeñas del mundo con la misma composición y materiales que tiene una de tamaño digamos normal.
No sólo es un asunto de instrumentos y artesanías porque la gastronomía es de primer orden como la atápakua, el churipo, el atole de grano, birria, carnitas, atole de grano o tamarindo, nacatamales y un largo etcétera.
Hace algunas décadas también Paracho fue el municipio que producía más profesores por kilómetro cuadrado.
En la era de la globalización que ya resulta imparable es conveniente mirar hacia adentro, es decir a lo que resulta netamente nuestro, a los trazos de identidad, la pertenencia y la Meseta Purépecha tiene muchos rincones de nostalgia ancestral, las leyendas se desgranan de manera sempiterna para evocar la frase de Milan Kundera: la historia es la lucha del olvido contra la memoria.
Así que en la próxima Feria Nacional de la Guitarra se podrán escuchar sonecitos, pirekuas y poemas entre arpegios, danzas y el agua lustral de las nostalgias que calan hondo porque direccionan al corazón hacia el rumbo de la identidad con la esperanza revuelta.