La historia de México está plagada de mitos con cierta dosis de idealismo que conviene a gobiernos para legitimar ideologías, Benito Pablo Juárez García tiene un sitial en la memoria principalmente por dos hechos registrados en su periodo al frente de una nación, la nuestra, que arrastraba serios problemas de diversa índole: austeridad republicana y el estado laico.
El estado laico es, sin duda, la mejor opción para la convivencia social, el poder temporal no depende de las iglesias y se respeta el derecho humano de creer o no creer, se toma distancia de las prácticas medievales tan proclives a los dogmas y al fanatismo fruto de la oscuridad intelectual.
Correspondió a Benito Juárez derrotar a Maximiliano y dar curso a la república restaurada luego de años intensos y convulsos en donde no hubo paz ni certidumbre, eso sucedió en 1867 y de alguna manera se ratificaría la independencia nacional.
Estamos en el año 2022, aún pesa una pandemia descomunal que afectó al mundo para generar crisis en materia sanitaria, económica y emocional, vivimos la globalización con todos los contrastes que ello supone, ya no es el México decimonónico que gobernó Juárez y al que mucho admira el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, de hecho el mandatario de extracción morenista califica al originario de Oaxaca como el mejor gobernante en la historia mexicana.
Es evidente que las aportaciones juaristas siguen vigentes como también la pobreza y desigualdad que se mantienen en medio del desempleo, ahora que los poderes fácticos se empoderan paridos por la impunidad para erosionar tejido social, evocar a Juárez y celebrarlo sería incompleto si no se aplica la norma y se trabaja en la construcción verdadera de un auténtico estado de derecho.
Juárez promovió la austeridad republicana, algo que muchos políticos repiten en sus discursos aunque no lo practican, son múltiples los actores de la política en el último siglo que se enriquecieron a la sombra del poder público sin rubor y con total impunidad.
Un ex presidente ayuno de cultura llegó al extremo de asegurar que él fue mejor mandatario que Benito Juárez, nos referimos a Vicente Fox, aquel que le dijo a una persona que sería más feliz porque no sabía leer ni escribir. Los desfiguros continuos. Benito Juárez no fue un santo laico ni un semi dios, fue un hombre de su tiempo al que sus luces lo mantienen presente más que sus sombras, es obvio que no destacó precisamente por ser un demócrata irredento.
La generación de la Reforma fue una de las más brillantes en la historia de México, el gabinete juarista sumaba inteligencias que podríamos denominar renacentistas, por ejemplo el michoacano Melchor Ocampo, un hombre versado en diversas ciencias y con grandes aportaciones en el ámbito legislativo.
Benito Juárez representa la causa liberal, moderna en su tiempo, las aportaciones suyas están presentes con todo y los cambios naturales que sufren todas las sociedades porque todo se transforma y es un proceso dialéctico. El estado laico fue sin duda un gran aporte de los reformistas encabezados por el presidente Juárez, el cual facilita la vida en comunidad para abonar a la pluralidad que fortalece la democracia. Juárez es recordado a 150 años de su muerte.