Existen fechas que han quedado tatuadas en la memoria colectiva por el significado que guardan, una de ellas es el 2 de octubre de 1968, ya han transcurrido 55 años de aquella masacre contra estudiantes que al final permaneció en la impunidad como una cicatriz imborrable, el autoritarismo feroz dejó un saldo sangriento.
En 1968 la juventud en diversos lugares del orbe se manifestó contra el autoritarismo de izquierda y derecha, la poesía escapó de los tinteros para incrustarse en los muros como sucedía en París, en Praga los tanques desfilaban, en Estados Unidos moría asesinado Martin Luther King y en la plaza de Las Tres Culturas en México los estudiantes recibían metralla.
El 2 de octubre de 1968 fue de horror, fue un parteaguas, pocos años más tarde se registraba la represión del grupo paramilitar denominado Los halcones, movimientos guerrilleros se manifestaban en la etapa conocida como La guerra sucia del gobierno federal de aquellos años contra todos los brotes disidentes.
En aquellos tiempos de finales de los años sesenta muchas banderas del cambio y la transformación ondearon en diversos sitios, una gran cantidad de fantasmas recorrieron el mundo, destacando el de la rebeldía juvenil como sucediera en el mayo rojo de París en donde la poesía recorrió las calles y las plazas para abatir modelos anacrónicos y clamar por la imaginación al poder. Prohibido prohibir.
Algunas situaciones ya cambiaron, en nuestro país se vive la alternancia, opciones diversas con todo y que las ideologías han sucumbido ante los embates maquiavélicos de ganar como sea sin importar las diferencias de fondo y forma entre partidos políticos tan disímbolos a los que convoca una finalidad evidente que es llegar a poder.
Derechas e izquierdas se unen aunque antes se rechazaban. En 1968 se vivía en el mundo la Guerra Fría, la bipolaridad manifiesta, golpes de estado y guerrillas, democracias desdibujadas y dictaduras militares estaban instaladas.
Tlatelolco en 1968 aquel fatídico 2 de octubre está en la memoria y el olvido no se llevó la fecha, se ha escrito mucho al respecto, algunos textos dan cuenta del hecho como por ejemplo Los días y los años de Luis González de Alba, quien fue preso político en la cárcel de Lecumberri y activista del movimiento estudiantil. Además, La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska.
Actualmente se padece una violencia atroz, a diario nos damos cuenta de los flagelos contra la población, lo cual contribuye a disminuir al estado de derecho que al final no pasa de ser una aspiración.
Seguramente en un tiempo no lejano, con motivo de las próximas elecciones, habremos de escuchar discursos proselitistas que aborden una agenda temática en la que se hable de legalidad, justicia y cómo reconstruir el tejido social, en muchos casos serán mensajes huecos, repetitivos y obvios. La realidad está para leerse e interpretarse, a flor de tierra se detectan las insuficiencias gubernamentales.
En la memoria está registrado lo que sucedió hace 55 años en la Plaza de las Tres Culturas, no puede haber olvido, no hay espacio para la amnesia, tampoco se ha perdido la capacidad de asombro e indignación. 2 de octubre no se olvida.