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domingo, noviembre 24, 2024

LA UNIDAD

teodorobarajasDonald Trump es un ocasionado en política, un amateur que llegó al poder sin tener idea del compromiso que asumía una vez que fue favorecido por el voto mayoritario en el sistema norteamericano. Gobierna de acuerdo a su humor personal, la improvisación en sus decisiones o arranques es la constante perniciosa que pone en vilo al mundo.

La tónica del primitivo presidente de Estados Unidos de América es rasposa, incorrecta y, además, autoritaria. La diplomacia no se le da, las buenas maneras tampoco, ha sido inspiración para el renacimiento de las cofradías racistas, los que arropados por mentalidad medieval apuestan por la supremacía blanca para maridarse fácilmente con ideas nazis o de un fascismo desfasado.

Tiene una fijación con la construcción de un muro en la frontera sur de su país, es una dedicatoria a México que aporta un éxodo interminable de migrantes indocumentados, Trump no ha desistido del empeño que ha sido cuestionado por una diversidad de voces dentro y fuera de su propia nación.

Recién el presidente de México Enrique Peña Nieto realizó un pronunciamiento, una toma de posición ante los dichos de Trump, el mandatario señaló que nada estará por encima de la dignidad de los mexicanos, hizo notar las coincidencias en este tema coyuntural de los candidatos a la presidencia de la república: Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade y Margarita Zavala.

Ante la emergencia del tema con todas sus implicaciones se diseñó de inmediato un esbozo de unidad en plena disputa electoral. Primero patria, después partido.

Hace unos días se recordó a Martin Luther King, aquel insigne luchador social que luchó a favor de los derechos civiles de la comunidad afroamericana, Premio Nobel de la Paz en 1964, el mismo que legó un magnífico discurso intitulado Yo tengo un sueño, el cual fue epílogo de la gran marcha en Washinton D.C. EN 1963. Paradójico, porque el contraste entre Trump y Luther King es elocuente.

Un país de contrastes resulta Estados Unidos, el mismo que se consagra fundacionalmente bajo el principio de que todas las personas nacen libres e iguales, en la praxis no es así. La abolición de la esclavitud llegaría medio siglo después que fue decretada en nuestro país en aquellos tiempos la Nueva España.

Trump sigue vociferando, muestra el músculo de la estulticia para reflejar una fanfarronería ostensible, acaso lo rescatable es que unió a México en un tiempo de agitación política.

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