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domingo, noviembre 24, 2024

NAVIDAD

teodorobarajas

 En las postrimerías del 2020 la incertidumbre no se diluye ante la gravedad, avance y estragos que ha producido la pandemia de Covid-19 por el mundo, la nueva convivencia es atípica acaso como principal rasgo de toda la anualidad marcada por un signo ominoso traducido en muerte.

Es común abrir un espacio para la reflexión, el balance de lo sucedido en la vida de las personas, los alcances o insuficiencias en el tránsito por el planeta, la nostalgia hace que los recuerdos afloren y doten una carga emotiva. Este año será diferente porque no deben registrarse reuniones típicas con los sendos abrazos y parabienes, aunque mucha gente estas recomendaciones las mande de vacaciones.

Llegó el solsticio de invierno con todos los enfoques ritualísticos, la noche más larga aunque da la impresión que la oscuridad llegó anticipadamente para arrebatar al sol con todos los daños generados por el coronavirus, además de la violencia que no disminuye en nuestro país y la lista de males se expande.

Todo lo que se vive o una gran parte en la actualidad es atípico como lo ha sido este año que no deja de doler y aún no termina de morir.

En estas fechas en torno a la navidad se construyen discursos de paz, unidad y fraternidad, aunque en un mundo erosionado por la violencia parecen que no rebasan una vigorosa utopía. Propósitos que no rebasan dicho estatus.

La inseguridad en México no disminuye, las crónicas cotidianas se han salpicado del color rojo, hechos funestos que no dejan de causar asombro, desconcierto y pánico, esa ha sido la narrativa que se expresa en torno a la injusticia, la barbarie y la impunidad como los elementos que desgarran al tejido social. La rapiña siempre será portadora de muerte como lo decían los griegos clásicos, nuestra sociedad en muchos sentidos está inmersa en actos nada edificantes, por ejemplo quienes con afanes suicidas desafían al coronavirus .

El enfoque con relación a la navidad se modifica con los años, en la infancia se visualiza de modo diferente esta fecha de significado cristiano, el arrullo propio de un calor que con el paso del tiempo se torna en clima gélido que suele entumir.

Más allá del consumismo acostumbrado con el lucrativo negocio de grandes empresas alrededor de las fiestas decembrinas, también debiera prevalecer otro ánimo que nos haga retornar al camino de lo sensible, lo interno y perdurable

La paz como aspiración edificante, imaginar que se puede abatir esa inmensa torre de Babel en donde los idiomas no se entienden y las pasiones toman por asalto las mejores intenciones para pulverizarlas.

Este año ha sido muy complicado, la pandemia se instaló para aumentar exponencialmente el número de dramas, muertes y temor. Aunado a ello brotó una epidemia de soledad y angustia que ha dejado una honda huella, mucha gente estará más sola que nunca en estos días que tradicionalmente fueron fiestas, ahora serán sombríos.

A pesar de todos los pesares, no se eclipsan los mejores deseos. Feliz Navidad.

 

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