La violencia en la política en los últimos años se ha incrementado gestionada por el fanatismo y la ambición de poder, el ser humano suele ser complejo, ya lo describió hace cinco siglos Nicolás Maquiavelo bajo la lógica del pragmatismo más rudimentario en donde todo se vale con tal de ganar, el paradigma del politólogo florentino toma distancia del platónico en el que la ética debe ser la expresión máxima de la política.
Recientemente el aspirante a la presidencia de los Estados Unidos de América Donald Trump fue víctima de un atentado que estuvo a milímetros de costarle la vida, el hecho sucedió en el país de la democracia consolidada y dicen que con mayor madurez en el mundo.
En el vecino país del norte ya se han registrado tragedias que han costado vidas de hombres del poder como sucedió en su momento, con Abraham Lincoln una vez que concluyera la Guerra Civil que enfrentó a sureños confederados contra los del norte. Lincoln fue quien abolió la esclavitud y también el mandatario que pronunciara el célebre discurso de Gettysburg que remata al expresar que no muera el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Lincoln fue asesinado en un teatro.
En el siglo XX fue acribillado John F. Kennedy, en 1963, nunca se esclareció el crimen, fue un suceso que siempre estuvo envuelto en la polémica. En su momento el mandatario en funciones Ronald Reagan también sufrió un atentado en 1981, resultó lesionado.
En la actualidad Donald Trump fue víctima de un atentado que le provocó una herida en la oreja en medio de un mitin proselitista, presente la violencia que nunca resuelve nada. Trump ya es oficialmente el candidato a la presidencia por el Partido Republicano, el aspirante a la vicepresidencia es JD Vance, senador de Ohio; el magnate es marcado como favorito para llegar de nueva cuenta a la Casa Blanca. máxime que Joe Biden ha resuelto no contender para buscar su reelección.
La violencia envenena los caminos, no es un incentivo para la democracia sino para el horror, en nuestro país se registraron diversos actos de esta índole alrededor de los comicios del 2 de junio, situaciones condenables no hay fin que justifique hechos de sangre.
La política en esencia ocupa de razonamientos, ideas y no balas ni agresiones, para los griegos antiguos que construyeron corrientes filosóficas se trataba de una finalidad concreta, la felicidad, el bien común cimentado en los valores.
Todas las controversias en materia política deben dirimirse a través del diálogo, el debate de las ideas, la confrontación ideológica como epicentro para proyectar soluciones que se pueden transformar en las políticas públicas necesarias para la realidad con sus grados de dificultad.
La violencia es una acción que va contra los altos valores democráticos, provoca miedo e impide avanzar, no es la barbarie la ruta de acceso para el bien colectivo porque más bien es la negación de la razón y mutila argumentos, lo cual impide el entendimiento y aleja los grandes acuerdos que deben ser útiles para una auténtica gobernabilidad.
La bandera de la paz debe ondear a la par que la de la democracia, ni más ni menos.