Alianzas que se proyectan son cada vez más probables, al filo del pragmatismo ya sin la base fundamental de las ideologías que fueron, en otro tiempo, una de las razones de identidad de los partidos políticos que actualmente parecen formar parte de un catálogo con olor a pasado.
El juego electoral actual no tiene precedentes, la dimensión es densa, la polarización ocupa los espacios y nutre las agendas públicas cotidianamente. La oposición se unirá porque solos los partidos no tienen mayores alcances, habrá que ver cuáles serán los puntos de unión porque, de suyo, las fuerzas electorales tienen diferencias en forma y fondo, al menos teóricamente.
El crepúsculo de las ideologías es evidente porque el pragmatismo alentado desde las coyunturas políticas parece desarmar plataformas, origen y propuestas. La oposición en nuestro país parece carecer de claridad, perfilan alianzas que pueden ser efímeras como casi todo lo que deriva de una coyuntura.
Las dirigencias partidistas han manifestado el interés de unirse, acaso el único motivo que les anima y que es el combustible de esa maquinaria es derrotar a Morena.
Perfilados están el Partido Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional y Partido de la Revolución Democrática, marchan contra su enemigo común, Morena, aunque no habría de momento un pronóstico claro, aparentemente el partido del presidente tendría ventaja, aunque no como hace un año porque el desgaste es lógico.
Antes una alianza de esta índole entre diferentes sería impensable, ahora todo parece ser posible aunque quede tocada la capacidad de asombro.
Enemigos históricos como el PAN y el PRI se unirían, la memoria nos indica que fueron antagónicos, les une un objetivo, vencer a Morena. En su momento el PAN ganó el poder y tal parece perdió el partido como lo profetizara Daniel Cosío Villegas. En el recuerdo quedan los aportes de sus dirigentes históricos en Acción Nacional como Manuel Gómez Morín, Efraín González Luna o Carlos Castillo Peraza. El PAN ya no tiene el vigor de los citados ideólogos, los llamados místicos.
El PRD y el PRI irían juntos, antes el sol azteca fue némesis del tricolor, ahora todo es posible y ello abona más a la discusión en este proceso electoral atípico que debe ser diferente a otras ediciones porque nunca se había registrado una emergencia sanitaria como a que vivimos en el mundo.
El presidente López Obrador descalificó la alianza opositora, aunque en un régimen democrático dichas coaliciones son legítimas y legales, no hay espacio para el pensamiento único, la visión monolítica corresponde a otra era. Recordemos que la alternancia es un signo de los tiempos, además ingrediente de la normalidad democrática.
Lo cierto es que la oposición continúa carente de fuerza, ha habido otros actores no tradicionales que han sido más férreos ante el gobierno de López Obrador, lo cual no deja de ser sintomático.
Hace falta una figura en la oposición que unifique y cohesione, algo como lo fue López Obrador como opositor para generar contrapesos, mientras el pragmatismo gana terreno aunque vaya en detrimento de la claridad ideológica.
