La actualidad es atípica como la nueva normalidad, las historias cotidianas, el pulso y ritmo de la vida cotidiana. El Covid-19 se ha instalado para marcar agendas, el próximo año tendremos elecciones federales y locales en diversos estados del país, seguramente impactará en ellas el coronavirus con todo lo que ha derivado de esta, la utilización de la emergencia para lucrar en las urnas.
La clase política tradicional no representa relevancia en términos intelectuales, está ayuna, en gran medida, de ideología y marcha en pos del inmediatismo con toda la marca del pragmatismo más ramplón y convenenciero.
Para muchos politólogos ya se vive desde hace años el crepúsculo de las ideologías ante los escenarios de la vida líquida, en donde lo efímero hace sucumbir a lo clásico, etapa del narcicismo y del hedonismo a ultranza. La izquierda y derecha parecen piezas de museo para lustrar una pobre retórica.
Partido políticos en crisis, vaivén de pirotecnia sin mayor sustento ni raíz, ante el escenario electoral del próximo año seguramente los escándalos mediáticos jugarán un papel importante en el curso del proceso, algunos expedientes serán escrutados con fines específicos y obvios, Emilio Lozoya, por ejemplo.
La oposición mexicana luce desarticulada, a la caza de los yerros del gobierno federal aunque sin contenido ni propuestas claras, los partidos se empequeñecen y Morena aún no se define en los hechos como una auténtica organización partidaria con un ingrediente esencial: la institucionalidad.
Morena parece, en lapsos, ser una calca del Partido de la Revolución Democrática, al final un alto número de ex perredistas nutrieron la base social del morenismo, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador fue dirigente nacional del sol azteca.
El PRD durante muchos años fue recopilando corrientes, grupos que no aportaron mayor claridad ideológica porque lo suyo fue agenciarse cargos públicos, repartición de cuotas de poder. Pareciera que esa dinámica puede prevalecer en Morena, al final es difícil extirpar costumbres que durante un largo trecho se adoptaron como leyes no escritas.
El Partido Acción Nacional ha figurado en algunas encuestas como la organización opositora con mayores posibilidades en las elecciones próximas, es probable se trabaje en alianzas aunque el albiazul ha perdido figuras que en algún momento fueron centrales como Felipe Calderón Hinojosa y Vicente Fox. Desde la muerte de Carlos Castillo Peraza, que ya había renunciado previamente al panismo, no ha encontrado un cuadro con esa solidez ideológica.
El Partido Revolucionario Institucional no acaba de digerir un escándalo que le afecta cuando se viene otro como el que significó el destape de la caja de Pandora por Emilio Lozoya y una larga lista de actos que tienen una estrecha conexión con la corrupción del último gobierno priista, cuyas elites han quedado marcadas.
Los partidos en crisis, nuestro país en medio de una devastadora problemática sanitaria. La nueva normalidad que es enteramente anormal, altera todo, sustrae y define escenarios impensables que parecen robarse mucho del presente pare vislumbrar un incógnito destino.