Este mes está repleto de efemérides, no por nada se le nomina como el de la patria, el día 16 se conmemora el inicio de la lucha insurgente iniciada en 1810 que concluyó el 27 de septiembre de 1821 con el arribo del Ejército Trigarante a la Ciudad de México encabezado por Agustín de Iturbide.
La historia es un conjunto de actos consumados que dan santo y seña de nuestra procedencia, invocan el contexto con sus circunstancias para debatir en tiempo presente el forje de la nación mexicana; todo ello nos hace invocar la contribución de Miguel Hidalgo y Costilla, el insigne rector del Colegio de San Nicolás en la antigua Valladolid –hoy Morelia-. También se recuerda la aportación notable del Generalísimo José María Morelos y Pavón, quien sentó las bases fundacionales del estado mexicano con la Constitución de Apatzingán, el Tribunal de Ario de Rosales y los Sentimientos de la Nación.
Agustín de Iturbide, nacido en la actual Morelia, siempre fue relegado de la historia, se le ha tachado de casi todo lo negativo porque prevalecen los prejuicios, al final del día el ex realista fue un consumador de la independencia con todo y lo que la historia oficial lo escamotea. Los llamados héroes mexicanos fueron personas de su tiempo, la condición humana parece no variar.
Qué celebramos, qué conmemoramos, qué soñamos. Los sueños mexicanos están dispersos como nuestra clase política, esas estelas etéreas conectadas a Morfeo cabalgan sin un destino previsto, los índices de impunidad e inseguridad no disminuyen gran cosa, los vacíos se impregnan de polarización de forma cotidiana.
La desigualdad social continúa para marcar sendos contrastes, plutócratas y parias en la misma porción espacial, ahora con motivo de la pandemia mundial los problemas de diversa índole se incrementaron, el principal espacio lo ha llenado la incertidumbre.
Recién se ha iniciado el ciclo escolar con varias particularidades, principalmente que en la mayor parte de centros educativos se ha regresado a través de las plataformas virtuales porque la realidad así lo marca al no desterrarse los peligros de contagio por Covid-19 en la tercera ola, ya se pronostica una cuarta.
En este entorno atípico se ha registrado el relevo en la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero retorna al senado, Adán Augusto López asume el manejo de la política interior con diversos pendientes que bien se pueden resumir en alcanzar acuerdos, operar para generar consensos en un país que hace del disenso una regla de convivencia sui generis.
Hacer política es un imperativo en estos tiempos atropellados, la diversidad está presente y ya no da para establecer un pensamiento único porque la polifonía es una realidad aunque no necesariamente se refleja con civilidad.
No todo está perdido, recién recordaba un texto que es conveniente volver a leer. Política para Amador de Fernando Savater, que nos remite a los clásicos y la importancia superlativa del pensamiento platónico y aristotélico, de la causa última que para los antiguos griegos fue el bien común. Teleología.
Tenemos pasado, tenemos ideas, contamos con libros, historias que tejen, se arman y publicitan. Nuestros genes son pasionales a la vez que estoicos, mezcla de colores hasta alcanzar policromías. Suma de voces hasta ser un mosaico polifónico. Es conveniente soñar México.